LOS SALMONES VERDES DE TOMPKINS

por Cristian Salazar Naudón
Secretario General de la Corporación de Defensa de la Soberanía


No llegó a transcurrir un mes desde la declaración oficial de Parque Pumalín como "Santuario de la Naturaleza" para que su latifundista y gendarme, Mr. Douglas Tompkins, se lanzara en picada a devorar los salmones de la zona, como lo haría un oso hambriento sobre los caudales de Yellowstone en un documental de Disney, sin ningún gesto de piedad del narrador por las infortunadas presas.

Ninguna sorpresa. Quien conozca el historial del magnate sabe que las salmoneras siempre han figurado entre las molestas espinas para el borde de ese plato de pescado que hoy es Palena. La razón: una de las mayores prospecciones de desarrollo económico en la región la constituyen precisamente estas empresas. Si se cumple la constante de éxito que nuestras autoridades le vienen garantizando a cada capricho del millonario, la misma salmonicultura con que se nos justificaba la firma de esos tratados internacionales que tanto enorgullecen a nuestra clase política, comenzaría a asfixiarse como alevín fuera del agua. Y La Moneda, luego de haber autorizado proyectos tan oscuros como Celco  y Pascua-Lama, ahora asume la ayudantía en la cátedra verde del líder de la Ecología Profunda.

Como todo negocio en estado de desarrollo, sin duda que las salmoneras podían requerir afinamientos y regulaciones que -a su vez- están siendo progresivamente más estrictos y fiscalizados. Pero se necesita ser más que miope, ciego, para no comprender que la salmonicultura obligatoriamente requiere preservar el medio en el que se desempeña y buscar así el balance óptimo entre desarrollo económico y conservación, vitales para la continuidad de la industria. Perseguir actividades económicas bajo el pretexto de que impactan sobre el ambiente es como dejar una ciudad sin vehículos para evitar accidentes. Bajo este criterio, ningún rubro económico habría sobrevivido a sus niveles básicos de desarrollo: ni la minería, ni la agricultura. Ni siquiera el ecoturismo que Parque Pumalín declara como su sustento, ya que también involucró la construcción de pistas de aterrizajes en donde otrora había vegetación nativa.

Ahora, sin embargo, nuestro millonario huésped considera que las salmoneras "son una bomba de tiempo" y con el mero tirar de una palanca comenzarán a naufragar décadas de esfuerzos emprendedores.  Investido ya no sólo de el hábito del filántropo, sino también del profeta, nos anuncia el nuevo testamento de sociedad y altruismo: "Yo predigo que el mundo mirará más al estilo cubano de bajo uso de energía -declara a La Tercera del 4 de septiembre de 2005-, con agricultura de alta calidad como la salida en el futuro, obligados, como lo fue en Cuba, a repensar las técnicas agrícolas por la escasez del petróleo. Esto marcaría el final de la acuicultura industrial tal como se la conoce hoy".  Por supuesto que en este altísimo nivel de precogniciones, el distinguido iluminado considera  irrelevante que hoy en Cuba el acceso per capita al consumo de un producto como el salmón pueda ser inferior aun al que nosotros pinchamos con el tenedor para convidarle al gato.

Y en medio del carnaval electoral, pasó casi inadvertida una contundente nota publicada por "La Tercera" el 2 de septiembre por don José Miguel Serrano, voz autorizada en lo referido a la actividad salmonera chilena. Según escribe, 35 mil puestos de trabajo dependen directamente de esta industria y 15 mil de manera indirecta. El sector tiene planes de inversión a U$ 1.500 millones para los próximos cinco años y en lo que lleva recorrido ha aportado notablemente a la integración de zonas apartadas como Hornopirén, Quellón, Melinka, Puerto Cisnes o Puerto Chacabuco, al crearle focos de desarrollo a la alicaída colonización austral. ¿Será esa la "bomba de tiempo" que cree ver el magnate?

"Así como en el pasado -concluye Serrano- los intentos de poblar los lugares más remotos de Palena y Aysén fracasaron por falta de apoyo del Estado, hoy el salmón entrega el sustento que permite a la gente de esos territorios acceder a los avances de la modernidad. Y es aquí donde hay que detenerse un minuto a contrastar el poblamiento efectivo que está realizando la industria del salmón en los lugares del sur donde más se necesita y las prácticas de despoblamiento llevadas a cabo por Tompkins durante la década pasada, a medida que iba adquiriendo mayores extensiones de territorio en la zona sur de la Décima Región. Fueron cientos de familias desplazadas desde los fiordos Reñihue, Comau, Cahuelmó y Quintupeu, que luego irían a parar a comunidades como Hornopirén o al mismo Puerto Montt. Muchas de esas personas trabajan hoy para empresas salmoneras. Así las cosas, la propuesta de congelar el crecimiento de la salmonicultura no sólo choca con los grandes beneficios que genera la industria para el sur de Chile, sino que tiene todas las características de un intento por ejercer un monopolio tanto territorial como laboral para la zona en cuestión. Una suerte de tuición por parte de Tompkins y sus seguidores sobre las actividades que se podrán desarrollar a futuro en la región y aquellas que estarían vedadas, con las consiguientes ventajas competitivas que todo esto acarrearía para los proyectos de ecoturismo que el empresario norteamericano desea implementar. Pero el sur de Chile puede y debe seguir teniendo una pujante industria del salmón y, también, hermosos bosques de alerce para contemplar".

En Pumalín todo se tiñe de verde... Hasta los salmones. Pero no del sano y clorofílico verdor de nuestro amado paisaje austral, sino el verde sofocante de los ecodólares, amuletos del oscuro poder internacional que hoy nos dicta qué modelos de desarrollo debemos "querer" y "aspirar"... Un verde que, acaso, luce cada día más negro.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2005