LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
DE LA CONCERTACIÓN POR LA DEMOCRACIA

por Eduardo Valenzuela González


Las elecciones 2005 entraron en tierra derecha. Las agencias publicitarias contratadas por los comandos, especialistas y operadores políticos han trabajado arduamente preparando slogan, frases y los más sofisticados mecanismos de persuasión con la finalidad de obtener la mayor cantidad de votos. Es que para los partidos hay mucho en juego: las presidenciales, elecciones de diputados y de senadores; y con esto una avalancha de promesas, las mismas de hace 15 años, y seguramente en otros quince más no variarán mucho. Parece un ironía que en cada elección, se repitan las mismas exhortaciones a los ciudadanos, en donde la manipulación mediática es el signo distintivo y no hace otra cosa que corroborar que el modelo de dominación, basado en el poder del dinero, se sustenta y valida con un discurso político mentiroso que más parece burlarse de las grandes necesidades de nuestro pueblo.

La Concertación lleva años profitando de estas técnicas y la última gran promesa la hizo el mismo presidente Lagos, cuando prometió “Crecer con igualdad”. Pero la dura realidad muestra otros resultados, ya que este gobierno ha sido, lejos, el que más a aumentado la brecha de desigualdad entre los chilenos, la cesantía es similar a la de hace seis años atrás, y la delincuencia ha aumentado. Pero los exegetas de las comunicaciones han logrado que Lagos obtenga más de un 60% de aprobación ciudadana. ¡Desconcertante, pero cierto!

Ahora, la heredera del presidente, obviando las cifras, y desentendiéndose de haber sido miembro del gabinete de Lagos, centra su campaña en el slogan “Estoy contigo”. Curiosa frase, pues ella “estuvo con nosotros” en las carteras de Defensa y Salud, y en este último ministerio, especialmente los trabajadores de la FUSAM, aún le cobran la promesa de terminar con las largas colas en la Salud Pública. Por sus obras los juzgareis, reza el viejo adagio. Más extraño resulta aún, que hoy la candidata centré su programa en temas como previsión social, educación, seguridad y participación ciudadana. Más sorprende aún, que millones de verdad creen en ella y sus frases cargadas de sentimentalismo. Todo, absolutamente todo, fríamente calculado.

Nada de esto sería posible sin el concurso de los asesores en medios, especialistas en marketing político y en el arte de “vender ilusiones”. Como una obra de teatro del absurdo, los que han dirigido al país hace 15 años y que han sido incapaces de resolver los problemas estructurales que generan la pobreza, la indefensión de los más pobres y una institución política excluyente que le entrega el báculo absoluto de la representación social a los partidos, sean capaces de superar el actual estado de cosas.

A pesar de esto, la Concertación exhibe un apoyo electoral extraordinaria, lo que no es obra de la casualidad, sino de un complejo entramado técnico-comunicacional que permite hacer sentir lo que realmente no es (por eso es manipulación, es decir, influir con métodos inescrupulosos para obtener beneficios propios). Apelando a la candidez, la desinformación y al bombardeo publicitario, resaltan los avances del gobierno, los que no se salen del marco regulado por los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones que manejan, desde las sombras, el tinglado político y económico de nuestro país. Lo anterior, no complica al director de comunicaciones del comando de la candidata, el ex Ministro del Trabajo, Ricardo Solari, quien sabe que la campaña en su etapa decisiva y todo vale. Tal vez por eso, y dado que la ella no ha mantenido el apoyo cercano al 50% inicial, han contratado los servicios del publicista argentino Martín Vinacur para darle un último impulso en la franja electoral, como soporte adicional al asesor estratégico del comando Pablo Halpern. La receta será agudizar la empatía de la candidata y reforzar los aspectos emocionales de su candidatura. Vale decir, apelar al corazón, explotando el rasgo más característico de la manipulación mediática.

Como muestra de lo anterior, la abanderada oficialista en la primera edición de la franja presidencial, el viernes 11 de noviembre, comienza diciendo “Anoche tuve un sueño”. Luego imágenes de ella con adultos mayores, niños en un hospital. Prosigue señalando “quiero un país más próspero, con más futuro, con mujeres más orgullosas de ser mujeres, más humano y acogedor”. Luego alude a su Plan de Gobierno y como eje temático la igualdad de sueldos entre hombres y mujeres; como avezada actriz usando una impostación de voz especial y las genuflexiones adecuadas. En fin, la candidata obedeciendo a ciegamente las “reglas de oro” del marketing político.

Muchos dirán que todos los partidos y conglomerados usan los mismos medios de manipulación. Es cierto. Pero en donde más se ha notado en la Concertación, ya que llevan 15 años a cargo del Ejecutivo y se presentan en cada elección como redentores y adalides de los indefensos; en consecuencia que jamás han tenido voluntad política para avanzar en los cambios indispensables que permitan una real participación ciudadana o legislar para evitar las odiosas desigualdades que sólo generan divisiones. Junto con la Derecha han hecho esta “santa alianza” y nos presentan cada 4 años la respectiva feria electoral que tanto ha desprestigiado la actividad pública. Pareciera que nos les interesa un país con armonía social, integrado, con un profundo cariño y respeto por cada uno de los habitantes de nuestro territorio. Al fin y al cabo, los pobres se han convertido en el mejor pretexto para sus plataformas electorales y así asegurase otro período para ellos y su redil que espera ansioso mantener el trabajo gracias a la política.

Con mayor razón, los sectores patrióticos y nacionalistas deben alzar la voz para exigirle a la Concertación y a su candidata que cumplan sus promesas. Para esto, debemos organizarnos en un solo frente de acción y luchar, en nombre de los millones de indefensos compatriotas, por un Chile más justo, con valores trascendentes en donde la palabra sea un código de honor, y los servidores públicos sean leales con su pueblo, porque a ellos se deben, y sin ellos, no son nada.
 


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