CENTRO DE ESTUDIOS PÚBLICOS:
EL "PATRÓN" DE LAS ENCUESTAS

por Eduardo Valenzuela González


Una de las manifestaciones más distintivas del modelo político subordinado al poder del dinero son las instituciones dedicadas a hacer encuestas. En teoría, junto a un equipo multidisciplinario (sociólogos, cientistas políticos y sicólogos principalmente) transforman información cuantitativa entregada por un ejército de encuestadores (estadísticas) en análisis cualitativo (interpretación y proyecciones conductuales de la población como consumidor, y ciertamente como masa votante). En los períodos electorales son los barómetros de la sensibilidad de los ciudadanos y en función de los resultados obtenidos, los operadores políticos ajustan sus estrategias. Pero, a lo menos en los procesos electorales, lo anterior es sólo teoría, pues las empresas dedicadas a este rubro no son más que apéndices de sectores políticos y grupos de poder que, interesadamente, las financian y direccionan para posicionar o desperfilar a personajes públicos; con el claro objetivo de manipular a la opinión pública, en concomitancia con los medios de comunicación, cada vez más monopolizados por poderosos grupos económicos. Con esto, nos transforman en víctimas de un soterrado ardid comunicacional, para intervenir directamente en nuestras preferencias electorales, en lo que hoy se denomina “voto útil”. Al igual que quienes ejercen control mental por medio de la televisión, el “people metter" de la políticos son las encuestas, pues logran estructurar paradigmas discursivos y estéticos, los que usan para fortalecer sus candidaturas. Y resulta siniestramente efectivo, es cosa de ver las franjas electorales para corroborarlo.

La más emblemática de las empresas dedicadas a este negocio es el Centro de Estudios Públicos (CEP). Surge en 1980, en plena desarrollo de la implementación del modelo usurero que hoy tenemos en Chile y que contó con el desafortunado aval de las Fuerzas Armadas. Se le considera, no sin razón, ”la voz del empresariado”, pues desde su fundación, hasta nuestros días, tiene en su directorio a una pléyade de ilustres grandes capitalistas criollos tales Eliodoro Matte, Wolf von Apeen y Roberto Angelini, entre otros.

Para los partidos políticos, en tanto, el CEP es una suerte de oráculo, no sólo por su infraestructura y financiamiento (recibe cerca de un millón de dólares anuales de donaciones de un centenar de empresas); sino por que es la institución que mejor adapta sus métodos de entrevista e investigación al sistema de dominación actual. Por eso, moros y cristianos le rinden pleitesía, y todo el arco político que administra nuestra institucionalidad se muestra sumisa ante sus resultados. En síntesis, CEP es el instrumento que tiene el gran empresariado nacional para hacer investigación de mercado al sector privado; y, en períodos electorales, marcan tendencia y los partidos lo aceptan como interlocutor válido en materia de sondeos de opinión pública. Son parte del entramado socio-político que maneja unilateralmente los destinos de nuestro país.

Como era de suponer los más cercanos al CEP son empresarios, abogados y economistas simpatizantes y militantes de la UDI y Renovación Nacional. Sin embargo, la Concertación, jamás ha impugnado sus pronósticos electorales y recuerdan que en 1988 fue esta institución quien anunció la derrota electoral de Augusto Pinochet (cuyo prontuario de genocida y delincuente financiero es de conocimiento público, quien hoy tiene el descaro de justificar sus ilícitos en nombre de Chile). También sus sondeos de 1995 arrojaron que la mayoría de los chilenos estaban por los cambios constitucionales. En consecuencia, CEP al ser un referente y articulador entre el mundo empresarial y político suele ser muy asertivo en sus proyecciones, pues cuenta con dinero, medios de comunicación y reconocimiento para inducir al cada vez más desinformado electorado nacional.

Por eso, le debemos creer al CEP respecto de los próximos resultados electorales. La suerte de Chile está echada, pues los conspiradores políticos, económicos y transnacionales han determinado que la señora Bachelet sea la próxima presidente de la república y da lo mismo si será en primera o segunda vuelta; así como si Piñera le gana a Lavín o viceversa. El despilfarro de dinero para grandilocuentes campañas es sólo aparente, pues saben que no tienen opción de acceder a la Moneda. Al fin y al cabo Bachelet garantiza la continuidad del modelo de dominación, sigue la línea de manejo institucional basado exclusivamente en los partidos políticos en detrimento de la indispensable participación ciudadana en los temas públicos. Todo seguirá igual, es nuestro destino inmediato.

Por eso la necesidad de fortalecer el ideario patriótico y Nacionalista. Esa será la gran misión de quienes nos oponemos al sistema político e institucional actual, pues con discursos y tertulias entre cuatro paredes no se cambiará el orden actual. La organización es clave y a esto debemos abocarnos todos. Sumar voluntades y aspiraciones para un Nuevo Chile.
 


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