Carta del coleccionista, investigador histórico y experto en temas relativos a la Guerra del Pacífico,
don Marcelo Villalba Solanas, Publicada en el diario "Las Últimas Noticias" del viernes 25 de noviembre de 2005.
El autor tiene su propia página web en la dirección www.guerradelpacifico1879.cl

Evidenciando desconocimiento, la candidata presidencial Michelle Bachelet declaró a un medio que Chile debe devolver al Perú bienes culturales supuestamente "saqueados" durante la Guerra del Pacífico, confirmando, de paso, que nuestra Cancillería prepara un catastro de joyas, pinturas, estatuas, cuños de monedas y libros para este fin.

Es insólito que las autoridades den tal crédito a chismes de seudo historia. En Perú se afirma que casi todo el patrimonio cultural chileno era suyo: la colección del Museo de Arte Precolombino, el portal del Cerro Santa Lucía, los leones de la familia Lyon en Providencia, la orfebrería jesuita de la Catedral de Santiago, las estatuas de Valparaíso, la decoración de la plaza de Curicó.

Se ha demostrado hasta la saciedad que la mayoría de los libros peruanos en bibliotecas chilenas no pueden corresponder a los requisados en 1881, dado que gran cantidad de ellos fueron devueltos durante el gobierno de Santa María y que muchos de los ejemplares llegaron por contrabando. De hecho, en pleno siglo XX y tras la devolución de Tacna todavía circulaban obras traficadas por comerciantes peruanos desde sus propias bibliotecas, que fueron adquiridas por coleccionistas o intelectuales que los donaron después a nuestros fondos. Recuérdese que la Biblioteca de Lima ha sido afectada varias veces por asaltos e incendios, extraviando colecciones completas.

Ya antes ha quedado al descubierto la superchería histórica de estos mitos. Perú también nos acusó de robar una valiosa escultura chavín que reapareció hacia 1889, en manos de un particular limeño. Del mismo modo, acusan que un gran reloj ornamental de Lima fue llevado por los chilenos hasta Santiago, cuando existían fotografías de los propios peruanos desmontándolo antes de la ocupación.

¿Qué harán nuestra Cancillería y doña Michelle, entonces? ¿Entregar todo lo que el folklore peruano señala como "saqueado"? ¿Hacer aparecer por magia lo que no existe y que, sin embargo, Perú nos exige?