Por Carlos Agüero Cerda


EL ENIGMA DE SHAMBALA
Victoria LePage, Ediciones Abraxas, Barcelona. 1998

De la innumerable variedad de trabajos sobre el tema, éste puede ser considerado ideal para adentrarse en el tema. Sin duda, fue René Guenon en 1927 con su obra El Rey del Mundo quien marcara un hito en la copiosa bibliografía existente, sin perjuicio del interesante material teosófico dado a la luz antes, a finales del siglo XIX.

Shambhala es el reino místico del Asia Central, para algunos en el Tíbet, un lugar donde reina la sabiduría y la paz, llamado también Tierra Prohibida, Tierra de las Aguas Blancas, Tierra de los Espíritus Radiantes, los hindúes la conocen cono Aryavarsha, la tierra de la que proceden los Vedas. Manuscritos tibetanos de la religión prebudista bön conocían este reino oculto con los nombres de Olmolungring y Dejong, a la vez que también utilizaban el nombre de Shambhala.

El mérito de la obra de Victoria LePage radica en concebir en concebir el planeta como una estructura energética, uniéndose así lo físico con lo psíquico, de ahí que su búsqueda de Shambhala da una coherencia a todo el texto, estructurándolo en dos grandes partes: la primera, La Montaña, es el eje espiritual alrededor del cual giran los demás centros espirituales, su situación habría sido literalmente polar, representando el eje fijo alrededor del cual giran todas las cosas:

Dentro de este anillo mágico de la mitología, la imagen de la montaña cósmica es primordial tanto por su universalidad como por su resonancia espiritual. Es el lugar de encuentro entre el cielo, la tierra y el infierno, y el eje sobre el cual rueda el firmamento… Siempre se le ha descrito como Axis Mundi. Los sabios, santos o dioses han tenido su morada en sus laderas que pueden tener cuatro lados, con los cielos dando vueltas sobre su cumbre y la estrella polar brillando por encima.

La segunda parte del libro, El Árbol, sostiene que en todas las versiones del mito de Shambhala hay un árbol que sostiene la fruta de la sabiduría y la vida eterna, pues

Aunque esté bien oculto, el mensaje del árbol es que el donante de la inmortalidad también es el donante de la muerte. En las asociaciones místico-religiosas del árbol, siempre ha existido la idea del sacrificio y de su poder redentor. Por lo tanto, junto alas grandes figuras salvadoras de la historia, se ha visto elevado casi al divino noumenon por derecho propio. (pág. 173).

 Interesante es su visión sobre el árbol de la mitología nórdica:

Yggdrasil nos muestra la personificación del sufrimiento del autosacrificio, porque está medio vivo, medio muerto, una imagen de la inextricable relación de vida con la muerte, del dolor y la dicha en el jardín del Ser, mientras las criaturas se alimentan eternamente de su sustancia… Alrededor del Yggdrasil sucede el drama que también se retrata en el ciclo indio mahayóghico; mientras el Eje del Mundo da a luz, se regocija y sufre la muerte. Conoce todas las fases del eterno unirse y separarse de los opuestos, creando la unicidad mundial al principio de las cosas y actuando mediante la desunión y la contienda apocalíptica final de cada eón cósmico. (pág. 178)

La naturaleza ubicua de la influencia de Shambhala se halla reflejada en la simbología universal de la doctrina esotérica, que es la misma en todo el mundo. El folklore lamaísta dice que en Shambhala han reinado veintisiete reyes budistas, habiendo el actual ascendido al trono en 1927, como encarnación de Manjushri, el Bodhisattva de la Sabiduría. Se espera que su reinado se prolongue hasta el año 2027…


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