LA MONSERGA DEL "MODELO ECONÓMICO"

por Cristian Salazar Naudón
Secretario General de la Corporación de Defensa de la Soberanía


"El dinero huele bien venga de donde venga"
(Juvenal)

Durante todo este primer período de campaña electoral, se repitió con insistencia un amuleto retórico destacado entre los cuatro candidatos presidenciales: el "modelo económico". Todos están confesadamente de acuerdo en la necesidad de perfeccionarlo, corregirlo o modificarlo, para disminuir la "atroz inequidad en la distribución de la riqueza" y superar la "brecha entre ricos y pobres" (Por si acaso, el empleo impropio de la palabra brecha como sinónimo de abismo es uso de ellos, no mío).

Se comprenderá, sin embargo, que no había coherencia ni paralelismo en lo que cada candidato entendió por perfeccionar o modificar el modelo económico: para Piñera, habrá sido afinarlo; para la Bachelet alterarlo; para Lavín ampliarlo y para Hirsch sustituirlo. Las propuestas de afinarlo y de alterarlo son las que han pasado a la segunda vuelta presidencial.

En los 16 años de Concertación, el modelo económico heredado del Régimen Militar no fue intervenido mayormente. Por el contrario, se lo profundizó y se lo maximizó en facultades y recursos disponibles, tanto para el ejercicio privado como en el resguardo gubernamental (el Estado fiscalizador del neoliberalismo). Esto no fue muy difícil de racionalizar para la entonces debutante administración del concertacionismo, pues el conglomerado asumía en los días en que aún no se disipaba la nube de polvo que dejara la estrepitosa caída de la Cortina de Hierro y cuando los socialistas renovados asumían el control del ala izquierdista en este nuevo gobierno.

Como este mismo bloque político jura y rejura que Chile es un paraíso de prosperidad y crecimiento en base a esta misma estructura, cabe preguntarse, entonces: ¿Es en verdad el modelo económico es lo que está fallando, o el materialismo obsesivo de las interpretaciones que compiten entre liberales y marxistas lights nos está nublando la vista, haciéndonos ver el síntoma y no la enfermedad?

O peor, todavía: ¿Será acaso, que el modelo ya tocó fondo en sus capacidades y que los intentos por "mejorarlo" desde otras filosofías e idearios, sólo afianzan sus males?

¿Problema del "modelo" o de la clase política?

La tragedia de esta historia ha sido que los peores daños provocados por el "modelo" no corresponden estrictamente los que derivan de la corrosión intrínseca que el liberalismo salvaje provoca en las sociedades que parasita, sino también (y especialmente, diríamos) en los intentos que ha experimentado la Concertación para tratar de hacer socialismo sobre este mismo sistema económico imperante. Es decir, los gobiernos de Patricio Aylwin Azócar, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos Escobar, se han equivocado más veces y con mayor gravedad cuando han tratado de hacer socialismo que cuando han persistido en las características propias del "modelo" neoliberal de nuestra economía.

No es difícil advertir la naturaleza pseudo socialista de las fallas estructurales del modelo económico. Se obliga a la pequeña y mediana empresa, por ejemplo, a comportarse como los monstruos transnacionales que pelean los monopolios de nuestros mercados. Bajo el pretexto de igualdad y responsabilidad comercial, deben actuar sin ninguna clase de facilidades o consideraciones por parte del Estado, obligándolas a reducir sus contrataciones y perturbando sus únicas posibilidades de crecimiento. Ni tontos ni perezosos, en la derecha proponen como contraparte medidas de flexibilización laboral que, concebidas también en el dogma mosquetero del uno para todos y todos para uno, no harían más que facilitar la explotación y el abuso por parte de los pontífices del capitalismo criollo y ampliarían las posibilidades de las grandes empresas para reventar a las más pequeñas, como viene sucediendo con vertiginosa velocidad en algunas áreas del comercio y de la venta de servicios.

La razón de lo anterior es la falta de familiaridad de nuestros políticos con el concepto de equilibrio y de equidad. En la práctica, el modelo económico condena al fracaso a la mayor parte de las microempresas chilenas, de modo que representan un lastre para las estadísticas siempre optimistas y fieles al crecimiento macroeconómico. De hecho, se calcula que la cantidad de pymes que debieron cerrar durante el Gobierno de Ricardo Lagos, ocupaban unos 850 mil trabajadores de forma directa, casi la misma cantidad del millón de empleos que ofrecía en su campaña de 1999, promesa que ahora retomó su continuadora, doña Michelle Bachelet. Cosa extraña, por cierto, pues el Gobierno sólo reconoce la existencia de cerca de la mitad de este número en personas cesantes, y no más.

La conclusión es sencilla: socialistas tradicionales, radicales socialdemócratas y humanistas cristianos (más allá de los sobrevivientes en la DC en crisis de nuestros días) han perdido por completo la capacidad de hacer justicia social, de proteger la equidad y de consagrar los ya muy abstractos valores igualitarios que van desde el utopismo de Owens o del keynesianismo, hasta la doctrina social de la Iglesia y el marxismo fundacional mismo. Es decir, han aprendido a hacer liberalismo económico y sólo liberalismo económico, nada más. Están incapacitados de alcanzar o perseguir siquiera otras metas ni no es sometiéndolas al mismo "modelo" que se critica. ¡Cómo no! si nunca han trabajado ni lograrán trabajar en otro "modelo".

Es éste el sistema que les pertenece y les acomoda, además de ser el único donde pueden ofrecer los megaéxitos de los que las enorme mayoría no participa, como tratados internacionales, liderazgos comerciales regionales, exportaciones a Marte o millonarias inversiones en países que hoy prefieren se arman afanosamente contra el nuestro y hasta tienen el descaro de acusarnos de armamentismo.

El desastroso hibridismo liberal-socialista

"Mis empresarios todos lo aman (a Lagos), tanto en APEC como acá, le tienen una tremenda admiración por su nivel intelectual superior y porque además se ve ampliamente favorecido por un país al que todo el mundo percibe como un modelo".
(Declaración en España del Presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, el empresario Hernán Somerville, en octubre 2005)

Uno de los nudos gordianos del neo-socialismo renovado más vistosos, puede ser detectado en el tratamiento que reciben las microempresas y las de categoría pymes (generadoras de entre el 80% y el 85% de los puestos de trabajo en Chile y que ahora, quizás, tengan su lápida lista con el TLC con China). Hay un empeño en desconocer, por ejemplo, que el éxito lucrativo de las primeras es la forma en que éstas acceden a estatus de las segundas, al de la pequeña y mediana empresa. Sin embargo, el axioma no confesado exige casi instintivamente (y en algunos casos, inconscientemente) tratar a las microempresas como parte del "mundo obrero" mientras que las pymes son elevadas a la categoría de "pequeña burguesía". Así lo hizo de modo directo, además, el Balance de Hacienda de 2005, para inflar las cifras de crecimiento de las pymes y minimizar el hecho -evidente entre las líneas del documento- de que éste ha sido uno de los peores períodos para el crecimiento económico en todas las últimas décadas y que esto se ha reflejado especialmente en el colapso de microempresas y pymes.

Tomémosle la fiebre al enfermo: tenemos el récord de haber experimentado más alzas de impuestos (17 ó 18, ya perdimos la cuenta) que años de gobiernos concertacionistas, autores de estos aumentos tributarios. Medida típicamente socialista también, como es cargarle al pueblo la sangría del déficit fiscal y, como hiciera nuestro loado Ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, al prometer que la riqueza decantaría hasta los grupos más desposeídos por la vía de los tratados internacionales y que esto compensaría las alzas, nuevo enfoque de la "teoría del chorreo" con el cual nos subió el IVA del 18% al 19%.

Años atrás, su predecesor en esta misma cartera, además de creador del Banco del Estado e impulsor del Banco Interamericano de Desarrollo, el destacado nacionalista chileno Jorge Prat, había demostrado técnicamente que esta fórmula del alza impositiva hoy defendida por Eyzaguirre, no sirve para aumentar los recursos públicos y, por el contrario, genera a la larga nuevos gastos al castigar directamente a los sectores sociales más vulnerables, aumentando las necesidades de asistencia estatal. Esto se observa en la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), publicada por MIDEPLAN durante el año 2003, pues reveló que el 5% de la población más pobre carga con casi el 50% de la tasa nacional de cesantía. En cambio, el 5% más rico de los chilenos queda afecto a sólo el 2% de la desocupación nacional.

He ahí, entonces, la razón del confeso amor empresarial declarado por Somerville para con el Presidente Lagos, por ejemplo, extensible a los Philippi, los Etchegaray, los Massad y todos los demás convidados a la fiesta de los críticos del modelo económico. Con unos 550 mil cesantes reconocidos oficialmente y otros tantos asimilados en pegas esporádicas que los sacan automáticamente del rango de desocupados, ¿qué grupo empresarial que considera de lujo un sueldo mínimo a 120 mil chauchas, no va a estar infinitamente agradecido del socialismo concertacionista, si esto les da un stock de mano de obra barata cada vez más dispuesto a recibir menos y soportar más?

No menos grave es que, en otros casos, además, el propio estilo directivo o gerencial de los organismos estatales, adquiera las características de fortaleza imperial que se aprendió desde las escuelas de arqueo-administración pública nacidas al alero de las tiranías bolchevistas y de sus émulos en América: Todavía CODELCO anda persiguiendo y amenazando con querellas a los duendes que filtraron públicamente los escandalosos contratos con millonarias consultoras y empresas relacionadas con familiares socialistas de autoridades públicas, y que no fueron informados en los balances oficiales de la estatal. Recordemos que la caída de los regímenes rojos del Viejo Mundo dejó al descubierto que la corrupción estatal y el saqueo de las empresas públicas eran casi parte del folklore en esos países, formándose verdaderas mafias de funcionarios dispuestos ya no a protegerse entre sí de las inofensivas denuncias o de las casi inexistentes fiscalizaciones, sino para contener la aparición de otros "interesados" en participar de los botines.

Aunque es harina para otro costal, vale advertir que la concentración excesiva del territorio en pocas manos de magnates internacionales, so pretexto de la conservación medioambiental, también es otro várice derivado del romance entre el socialismo y el capitalismo feroz de nuestros tiempos de globalismo compulsivo.

Camino de la solución del "modelo"

¿Es la modificación de las estructuras económicas vigentes, bajo el concepto del siamés liberal-socialista de las clases gobernantes, la solución para los vicios de la inequidad y la mala distribución de la riqueza? ¿Por qué los Gobiernos de la Concertación se han equivocado más cuando tratan de (o fingen) alejarse del modelo liberal que cuando actúan a rostro descubierto y sin guardar apariencias?

Es evidente que el camino al socialismo esencial, a la justicia social y al humanismo ya no está alcance de socialistas, ni demócratas cristianos, ni izquierdas, ni liberales, ni ninguno de los grupos comprometidos con el mismo sistema al que pretenden introducirle ajustes o precisiones. Es imposible pasar por serrucho las patas cojas de una silla cuando el carpintero quiere trabajar sentado sobre ella. De este modo, el "modelo", en sí mismo, no es lo que falla: es, simplemente, que el modelo ES ASÍ. No da para más, pues sus capacidades y las de quienes lo dirigen están agotadas. Y si la perspectiva del "modelo" es que sólo alcanza para esto, es porque se trata de un MODELO INCOMPLETO E INSATISFACTORIO para las necesidades de nuestra sociedad. Las propuestas de afinamiento o de alteración serán, así, sólo materia de abstracciones filosóficas, pero no de posibilidades políticas reales.

En el Concilio de Trento socialista-neoliberal, salvo que los sectores gramscianos del izquierdismo consiguieran retrotraernos hasta el asalto y toma del Palacio de Invierno de San Petesburgo (en el caso del Chile de nuestros días podría ser, por ejemplo, la ex sede del Colo-Colo o el circo de Timoteo), el socialismo antisocialista del concertacionismo nada puede hacer mientras siga jugando estas reglas, salvo perpeturarse aplaudiendo las cifras de prosperidad y continuar repartiendo aspirinas de esperanza entre quienes esperan cándidamente su turno para  participar del tan publicitado crecimiento económico. O, lo que es peor, arrojar al caldero -de una buena vez- todos sus más oscuros deseos "con conciencia de clase" (recordemos que el PS sigue revindicando las barbas de Marx en sus declaraciones de principios), ahora que la represa de contención DC ofrece grietas y filtraciones por todas partes.

Nuestras clases políticas, saturadas en supersticiones integracionistas y del temor al fantasma del aislacionismo, siguen pagando tributo directa o indirectamente a esos relicarios con el cepalismo sólo logró empeorar el modelo neoliberal en lugar de reformarlo, como la tesis estructuralismo y la dependencia latinoamericana de Prebisch y la reformulación de la política "think thak" por Fajnzylber, esa virtual Escuela de Chicago en versión socialista. Siguiendo con encanto estos espejismos, jamás han comprometido un MODELO NACIONAL DE ECONOMÍA, que ponga énfasis en un esquema de desarrollo que siga la línea lógica de la producción: campo, mar, minas; pasando a la industria, al comercio basado primordialmente en nuestra moneda, y a la oferta de servicios, especialmente en consideración de nuestra posición privilegiada en el Pacífico y del valor cultural y patrimonial que cada una de estas etapas representa a nuestra vida nacional. Por el contrario, el tratamiento autonomista y sin visión estratégica que se ha dado a las distintas áreas de la economía nacional, cumpliendo con el nivel de exigencia propio del "modelo" preocupado únicamente de las cuentas finales, que cree en los mercados autorregulados y con vida propia, ha significado daños monstruosos en la agricultura, el estancamiento del desarrollo industrial, la destrucción de microempresas y pymes, y un estilo de vida económica de espaldas al mar más importante y geopolíticamente valioso del mundo.

Resulta claro, así, que la solución del "modelo" jamás podrá ser encontrada entre quienes sólo han logrado profundizar los errores y las imperfecciones vernáculas del mismo.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2005