EVO MORALES
Y LOS INMORALES DE SIEMPRE

Cristian Salazar Naudón


El cumplimiento de un nuevo aniversario histórico de la recuperación y reivindicación de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879, no señaló ninguna clase de celebración o de festejo en Santiago, a pesar de la importancia que este hito tiene en nuestra vida republicana.

La amnesia resultaría lo peor de no ser porque, unos día más tarde, los mismos grupos de la minúscula pero pujante izquierda chilena anteriormente agrupada en torno a la tantas veces frustrada candidatura presidencial del humanista Tomás Hirsch, han anunciado un "masivo" homenaje en el Estado Nacional para el líder cocalero y hasta hace sólo dos años declarado enemigo de Chile (al punto de sugerir la necesidad de una guerra contra nuestro país), el Presidente de Bolivia Evo Morales, aprovechando su visita a la toma del mando de doña Michelle Bachelet.

Muchos se preguntarán por el origen de la desidia y maledicencia de comunistas y humanistas para correr con "homenajes" a un personaje castrista con aspiraciones nada amistosas sobre nuestro territorio. Salvo uno que otro gesto lírico y tierno para con el Presidente Ricardo Lagos, el mandatario paceño no ha rendido grandes exámenes que permitan pensar que el Evo Morales de hoy no es el mismo que el del año 2003, cuando salió a golpear los palacios presidenciales del Viejo Mundo mendigando sin éxito el apoyo de cualquier país de la UE para iniciar presiones políticas y diplomáticas contra Chile, precisamente al estilo de ese "intervencionismo imperialista" que los partidarios del marxismo étnico, equivalente al "fantasma que recorría Europa" en los tiempos del Manifiesto, acusan con tanto asco y escrúpulos cuando se trata de defender a Cuba o a Venezuela de la ojeriza yankee.

Obviamente, la excusa de quienes profesan tanta generosidad con lo ajeno es esa caja de bombones vinagres de la "integración latinoamericana", del "bolivarismo". Allí resuenan las palabras del historiador cubano Dr. Luis Aguilar León, sin embargo, cuando recuerda que Karl Marx realmente aborrecía la figura de Simón Bolívar, pues en una carta a su colega Engels, fechada el 14 de febrero de 1854, le confiesa sin rubores:

"Admito que en el artículo sobre Bolívar he abandonado un poco el tono enciclopédico, pero tolerar que el más cobarde, vulgar y miserable bribón gesticule como si fuera Napoleón I, es algo más que absurdo. Bolívar es un verdadero Souluque."

Compréndase de una vez que por sobre los lloriqueos, Bolivia es un territorio con una ubicación estratégica privilegiada, enclavada en el corazón del continente y con accesos complementarios a ambos océanos a pesar de su publicitada mediterraneidad. Por esta misma razón, ha estado predestinada a los intentos por arrastrarla a la creación de una segunda Cuba en América, desde mucho antes que los políticos internacionalistas que saquean y hacen quebrar nuestros países latinoamericanos comenzaran a entretenerse en debates toscos sobre los principios del bien y del mal aplicados al arte del desgobierno. Con la disparatada y tragicómica aventura del Che Guevara en Bolivia en 1967, además, quedó claro que la izquierda internacional había disfrazado de solidaridad y de bolivarismo -ayer como hoy- uno de sus objetivos más cotizados y apetecidos en el llamado Alto Perú, la "Sierra Maestra de los Andes", como llegaron a apodarla muy patudamente.

Y si decimos que la solidaridad con Morales y con sus apolillados reclamos de "salida al mar" por parte de los restos náufragos del marxismo chileno, cumple con el patrón de violentar los intereses nacionales en el mismo porcentaje en que este daño beneficie a alguno de los bastiones internacionales de la izquierda (Bolivia, en este caso), es porque la verbi gracia sobra en la historia. Recuérdese, por ejemplo, que durante la Segunda Guerra Mundial algunos conscriptos izquierdistas franceses y checoslovacos se rendían a las fuerzas de ocupación alemanas alegando estar "cumpliendo" con el pacto de no agresión germano-rusa. Es decir, el bolchevismo consideraba que su concepto de patria no se extendía más allá de el o los centros neurálgicos de su ideología, partiendo por la Unión Soviética.

Los émulos chilenos de estas corrientes no han demostrado menos excentricidad al concretar sus recurridas apelaciones del "patriotismo". Se recordará, por ejemplo, que en 1971 el ex abogado de la Compañía del Cobre Chuquicamata S.A., Carlos Correa Iglesias, demostró con pruebas irrefutables que, tras las intervenciones del gobierno de la UP sobre el yacimiento, altos ejecutivos ligados a los partidos socialista y comunista habían estado entregando información reservada sobre las operaciones mineras a la competencia industrial de la Unión Soviética.

Hoy, huérfanos ya de esa Rusia oscura y de tentáculos sangrientos alcanzando a nuestra América, los descolocados del marxismo sudaca han vuelto el rostro hacia su propia miseria para hallar allí sus nuevos referentes, cual Sansón buscando una desesperadamente una peluca tras perder su cabellera mágica. A falta de pan, buenos son los casos patéticos de Cuba, Venezuela y, por su puesto, Bolivia, las patrias de sus amores, al menos mientras sigan siendo laboratorios de experimentación revolucionaria.

La verdad es que no hay nada que preguntarse sobre el apoyo marxista a Morales, a su antichilenismo y a sus aspiraciones territoriales medianamente confesadas. Todo esto calza perfectamente con el estilo y el sello político que el marxismo fundamental y dogmático ha hecho suyo en las escasas siete u ocho décadas en que fueron un modelo real para el mundo. Es la misma moral política con que sólo se distinguen las violaciones a los derechos humanos en Guantánamo, mas no el el resto de los 111 mil kilómetros cuadrados de la isla cubana: El relativismo y la condicionalidad de la política.

Pensemos qué hacer, entonces, no con las presiones y los ladridos que puedan comenzar a oírse desde el Altiplano en los próximos años (y empezando desde ahora), sino más bien con el verdadero problema del que somos por completo responsables y que aloja horizontal y enteramente dentro de nuestras fronteras: la inmoralidad traicionera del entreguismo chileno.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006