SIEMPRE CHILENOS

Ana Luisa Gálvez


El otro día en la micro, miraba como todos, para afuera, y uno tras otro pasaban los cuerpos de los transeúntes. Pero puse especial atención en los jóvenes y me acordé que de adolescente (hace unos 20 años) lo único que quería era irme de Chile. Mi generación no veía ninguna salida a la Dictadura: la castración de la cultura y la censura a las opiniones divergentes hacían que los jóvenes de entonces tuviéramos la sensación de que “afuera” la cosa sería mejor.

Luego, la Concertación dio un gran paso y se enfrentó a esa realidad que parecía nunca terminaría. Muchos de nosotros pusimos nuestras esperanzas en el cambio prometido, nos emocionábamos al ver la franja política y, aunque ni siquiera tuviéramos edad para votar por el Sí, o por el NO, no nos perdíamos ninguna manifestación y oportunidad de expresarnos. Los hijos de la Dictadura empezábamos a sentir que había una posibilidad en nuestro país.

Sin embargo, y luego de 17 años, nos dimos cuenta de que “la alegría” llegó sólo para los más ricos, para los socialistas (y demás istas) renovados y para todos aquellos que dejaron el país y que volvieron a instalarse en el Gobierno.

Nosotros, los que nos quedamos, los que crecimos en Chile, seguimos tal cual: sin proyecciones. La educación sigue alimentando los círculos de los profesionales de colegios particulares y los técnicos de colegios fiscales; se sigue privilegiando el pituto y la meritocracia no tiene cabida.

Entonces, cuando miraba a los “cabritos”, desde la micro, me dio lástima. Nosotros, en su oportunidad, tuvimos una esperanza, ellos no tienen nada. Tanto la derecha como la izquierda alimentan el modelo neoliberal y han demostrado que el Pueblo poco les importa. La imagen exterior y las evaluaciones extranjeras son sus principales motivaciones. Con razón a los adolescentes no les interesa inscribirse en los registros electorales (incluso a mi me da lata votar)

Pensé en qué es lo que los motiva. En un mundo globalizado, donde el hedonismo es una constante y el culto a los sentidos, a lo relativo y a lo “alternativo” es tan pro ¿qué puede interesarles?

Los miraba y los miraba… ¿qué los apasiona? ¿Qué sienten por nuestro país? ¿Cuánto grado de responsabilidad tenemos, las generaciones anteriores, de esta desidia? Entonces, esa pasión de la juventud volvió y me terminé de convencer que debemos hacer algo. Estoy segura de que la juventud sí tiene interés. No se puede ir contra la raza, no se puede no amar esa cordillera.

Por nuestras hijas e hijos, debemos retomar lo que tantos de nosotros dejamos en el camino: la ilusión, la pasión y la confianza de que de nosotros depende el cambio. Cambio que, por cierto, tardará, pero bien vale el esfuerzo. Quiero que mis hijos se sientan llamados a participar, a no temer, a que esta vida tenga sentido, a que amen el lugar dónde nacieron y que entiendan la importancia de ser chilenos. Quiero ver a jóvenes que se sientan nacionalistas, más allá de las tendencias políticas. Que Chile sea nuestro lugar, nuestro hogar, nuestro futuro. Que seamos SIEMPRE CHILENOS.
 


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006