CHILE, ARTE EXTREMO, ARTE ENFERMO
(primera parte)

Juan Pablo Almarza


Hacia un perfilamiento de la escena actual del arte en Chile, a partir de la lectura del libro "Chile, Arte Extremo: nuevas tendencias para el cambio de siglo" (disponible en formato pdf en www.escaner.cl)

La "escena" del mal llamado arte extremo puede ser reducida a una suerte de decálogo, omnipresente en las galerías y los análisis autocomplacientes de los críticos:

El decálogo conceptual:
Operación/herida/huella/desplazamiento/memoria/dictadura/transgresión/frontera-límite/género…

 El decálogo formal:
Series/alternancias/descontextualizaciones/inversiones/apilamientos/contrastes…

Este universo pretendidamente "trasgresor", es en rigor absolutamente instrumental al sistema que pretende desestabilizar. El artista ha quedado relegado a un nicho dentro del cual cualquier manifestación queda inscrita en el ámbito de lo predecible y políticamente correcto: Las "obras de arte" son simples combinatorias del decálogo ya expuesto (Huellas descontextualizadas, memorias invertidas, géneros contrastados, etc… ad-nauseam). Una genuina alteridad debiera prescindir absolutamente de estas ideas ya periclitadas, y recuperar un espacio en el cual resuenan conceptos atemporales como belleza, evocación, serenidad. Tales conceptos y "operaciones" generarían un desplazamiento, desde la noción de "arte extremo" a la noción de "arte recuperado". Esto configuraría una real trasgresión del orden imperante.

Por el contrario, todas las pretendidas "trasgresiones" actuales son solo cosméticas, y aparentes, pues quedan inscritas automáticamente en un nicho predeterminado por el sistema neo liberal capitalista al cual sirven. Hace ya casi 100 años, Duchamp, el precursor del Dadaísmo, genera una operación válida en términos de desestabilización: exhibe un inodoro en una sala de museo. Considerando el contexto histórico, el zeitgeist en que dicha operación se inserta, se trata de un genuino acto de trasgresión, que abre todo un campo en el ámbito de las artes.  Hoy, habiendo transcurrido ya casi un siglo, se sigue repitiendo el mismo modelo trasgresor, pero en la ausencia de un  contexto que lo valide como tal. Pues ya no existe una "dialéctica de oposiciones" que lo sustente en cuanto modelo de apertura y renovación. En el reino del "todo vale", las obras de arte contemporáneas son solo pálidas mimesis autoreferentes. Pertenecen al ámbito de la publicidad y el mercado, pero no configuran acciones de real significancia en el ámbito del Arte. Pese a estar entregadas a una espiral de violencia parafernálica, (piénsese en los peces en las jugueras, o en las hamburguesas de grasa humana) no tienen la potencia de generar nuevas vías de realización y proyección, cosa que sí logró Duchamp en su tiempo. Pero la inercia de su gesto ya está agotada.

Por otra parte, queda abierta la pregunta en torno al tema de la Identidad. El arte contemporáneo es transgénico, cruza las fronteras, se repite, no habla de una contextualidad propia, mas allá de tomar como referencia los íconos y símbolos propios de una historia nacional o de un referente cultural específico (acá se "deconstruye" la bandera chilena, allá se "deconstruye" la bandera alemana, acá se "invierte" a la Virgen María, allá se "invierte" a Buda…)

La pregunta pertinente es clara: ¿cuál debiera ser una genuina vía de renovación y apertura en el ámbito de las artes?

Un camino intuido, en ciernes,  dice relación con el recuperar arquetipos y conceptos atemporales, eternos. Una Vanguardia Conservadora. Ante la vorágine de un "mundo globalizado", ante el advenimiento de la "sociedad de la información", recibidas como panaceas redentoras por almas simples, no palmoteamos ni celebramos en forma inconsciente. Mas bien, respondemos con serenidad y aplomo: es la conciencia de los grandes ciclos, las distancias largas, los horizontes lejanos, la que debe ser plasmada aquí y ahora en obras graves, profundas, solemnes, llenas de Nostalgia…


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006