LA INFAME POLITIZACIÓN DE LA CONICYT

Cristian Salazar Naudón


La Concertación tiene el mérito de haber realizado varias cucalonadas, con las que iniciativas y logros de algunos gobiernos anteriores, son presentados como meritorios exitazos de los gobiernos que vienen sucediéndose desde 1990 a la fecha.

Sin ir más lejos, se recordará que bastó anotarle una que otra variación al texto de la Constitución Política concebida por la comisión Ortúzar, durante el Régimen Militar, para que la carta lleve ahora la grafológicamente paranoica firma del ex Presidente Ricardo Lagos Escobar.

Otro de estos logros plagiados de la Concertación parece ser la creación de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, CONICYT, organismo que tiene por función el fortalecimiento y la difusión de la investigación chilena en las áreas de ciencia y tecnología, siendo, probablemente, el único fondo con tales características en nuestro país, pues opera como principal coordinadora y articuladora del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.

La espectacular echada de manos que se acaba de realizar sobre el CONICYT, en medio de la distracción generada por las protestas estudiantiles, incluyó también la abrupta salida de su presidente Eric Goles Chacc, Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1993, para ser sustituido por un militante concertacionista que, seguramente como sus correligionarios del MOP-Gesis y la oficina de licitaciones de CODELCO, no debe saber usar ni una calculadora, a juzgar por las declaraciones que se realizaron en las respectivas investigaciones zafándose de los oscuros manejos de dinero en que estos organismos se verían involucrados.

Metiendo los dedos en la ciencia

Aunque la CONICYT fue creado en 1967 durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, como buena socialista dada a la intervención compulsiva, doña Michelle Bachelet Jeria ha decidido intervenir la Comisión acercándola más al gobiernismo y liquidando su autonomía, como un hijo adoptado a la fuerza, tal cual si fuera una creación a disponibilidad plena de los caprichos de la Concertación, y tal cual lo fue también, hace poco, el Aeropuerto de los Cerrillos, prepotentemente desmantelado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo para darle paso a un millonario proyecto que compromete a importantes empresarios ligados al conglomerado político.

No conforme con politizar hasta la turbiedad los tribunales de justicia, las licitaciones entregadas por los ministerios a los privados y hasta los premios nacionales de arte, La Moneda busca ahora clavarle la jeringa partidista a la CONICYT, lo que equivale a dejar a un diabético cuidando una piñata.

Quizá, esta politización de la CONICYT sea el principio del fin para el organismo. De ser así, asistimos nuevamente a otro caso en donde la politiquería partidista y contraria a los intereses nacionales, inutiliza un organismo que fuera de primera importancia para el futuro del país.

Cuestión de billetes

Como primera medida de intervención, doña Michelle reemplazó a los científicos encargados de la Comisión por un equipo integrado enteramente por políticos y economistas militantes de la Concertación, incluyendo a un cuñado de Lagos Escobar, el señor Pedro Durán. Al mismo tiempo, se anunció un aumento de los fondos, a 132 millones de dólares anuales, el más alto desde que fuera fundado, que serán utilizadas en estas actividades del organismo.

La nefasta experiencia que nos dieran las citadas CODELCO y el MOP, sobre destinar sumas estratosféricas a manos de políticos que no son ni remotamente versados en los temas específicos que identifican a sus respectivas instituciones, son advertencias que el gobierno no ha querido acoger para las nuevas políticas a las que deberá rendir la CONICYT.

Pero la nueva cucalonada no termina allí...

Al probable golpe de muerte que recibe el mundo científico, ya sin representación en la cúpula directiva de la CONICYT, se suma la no confesada pero inminente intención del gobierno de restaurar el proyecto de ley para que las empresas mineras paguen un "royalty", según el boceto original presentado durante el gobierno de Lagos Escobar, lindante al 3% de las utilidades y destinado precisamente a los fondos de desarrollo científico y tecnológico que maneja esta Comisión. Casi podemos dar por hecho, entonces, que cuando el fondo cuente con estas entradas de dinero, vendrá la misma clase de proceso de "profesionalización" con que fueron maquillados los escandalosos sobresueldos e indemnizaciones de los años noventas.

Es el costo de haber confiado los intereses de toda una nación a la administración del partidismo político, precisamente evitando una visión nacional de utilidad de recursos, única opción para quienes observen respetuosamente la norma de que la función en el Estado es para servir y no para servirse.


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