A RECUPERAR EL ALMA DE CHILE

Eduardo Valenzuela González


Recorrer el Centro de Santiago conmueve. Las calles atestadas de gente, cada individuo serpenteando a la multitud para llegar a su destino, mirando al frente, sin importar lo que ocurre a su alrededor. Las vitrinas de las tiendas ofreciendo la felicidad en cómodas cuotas; y las personas, como poseídas, entrando a comprar lo que sea. El tener reemplazó al Ser, y con eso, como un sortilegio maléfico, el alma nos abandona. Los rostros de la mayoría de los transeúntes denotan que algo pasa; no sólo por que la mirada ha dejado de ser cordial, sino por está cargada de insatisfacción, frustración y rabia. ¿Qué le ha ocurrido al pueblo chileno, otrora calificado como amistoso, generoso y chispeante? Al ver este patético cuadro, pareciera que Chile ha perdido su alma.

Han sido muchos cambios, profundos, en sólo unas pocas décadas. Los cambios sociopolíticos de los 60´, y las luchas intestinas en el seno de la sociedad chilena, hábilmente fomentada por los partidos políticos, generaron una fractura hasta hoy incurable en nuestro país. Quienes azuzaron al pueblo a luchas fraticidas, las castas políticas de todos los signos, no sufrieron el derrame de sangre que regó la patrio de norte a sur, de mar a cordillera. Hoy, estos grupos, persisten en sus rencillas de antaño. El juego siniestro de la división les da excelentes réditos. Tienen a toda una base militante sumida en terribles disputas, las que jamás llegan a ellos, a las cúpulas de poder. Son las mismas de ayer, y, de no mediar un drástico cambio en la institucionalidad actual, seguirán sin contrapeso manteniendo el poder a costa de los ciudadanos. La trampa de tres tercios, izquierda, centro y derecha, hasta ahora, ha triunfado. No les importa el desprecio mayoritario de la gente, pues saben que para las próximas elecciones volverán a votar por uno de ellos. A esto se llaman eufemísticamente “democracia” y cacarean a los cuatros vientos de las bondades de éstas. Liberales de derecha e izquierda rinden culto al dinero y la especulación, sin importantes de verdad el futuro del país. El materialismo está en pleno apogeo. Ellos son los responsables de que Chile haya perdido su Alma.

Mientras, los millones de chilenos agobiados por la subcontratación, el endeudamiento patológico y la frustración no ven un horizonte promisorio. Por el contrario, el modelo sociocultural y económico que los partidos y sus satélites le han impuesto, basado en el individualismo, el desinterés por los temas públicos y el más grosero manejo mediático por parte quienes detentan el poder, ha sumido a innumerables compatriotas a la resignación de conformarse. “Es lo que hay” dice el nuevo adagio, instalado para la más penosa sumisión. Esto no solo afecta a los chilenos pobres, pues el cáncer de la frustración y la tristeza no tiene barreras; y es sabido que los sectores altos también sufren de insatisfacción. Por ello, no es casual que según, la Organización Mundial de la Salud, Santiago de Chile sea la ciudad con mayores índices de tristeza, con altísimas consultas a sicólogos, psiquiatras y otros “curanderos” del sistema, que poco o nada pueden hacer. Hoy, Chile tiene más farmacias que ningún otro país latinoamericano. Los somníferos, y todo tipo de drogas son el gran negocio, todo a costa de los chilenos, a su estado de frustración y pena.

Sin embargo, hay algo superior en nosotros, los seres humanos que, más temprano que tarde, nos hará reaccionar. Es algo que los materialistas y quienes adoran al dios dinero no comprenden y dice relación con la naturaleza espiritual del hombre, con las fuerzas invisibles que luchan por sostener lo trascendente, lo superior y bello, quienes combaten por nosotros, cuando somos presa de la desesperanza, para restituir el Ser. Cada mujer y hombre de esta tierra mágica, posee está fuerza inmaterial, que no es de este mundo, pero sin el cual no es posible lograr la plenitud, la tranquilidad y la armonía. Por eso es no solo un deber, sino la obligación luchar por el Ser, y sólo así el Alma de Chile será recuperada.

Pero esto no se consigue con actitudes pasivas, temerosas y auto flagelantes. La tradición guerrera del pueblo Mapuche, de los padres de la Patria, del Roto Chileno de la Guerra del Pacífico, y los amantes incondicionales de Chile, nuestros héroes eternos, debe también recuperarse. Ha quedado de manifiesto que quienes nos gobiernan no le pueden ofrecer a los chilenos nada que no sea fomentar el materialismo, el apego al dinero, alejado de los verdaderos valores que pueden hacer grande a nuestro país. Es indispensable que cualquier alternativa en lo político y social contenga una visión de mundo sustentada en la genuina participación de las organizaciones sociales, libres de la infiltración de los partidos políticos; en el amor a Chile, con un incondicional sentido del honor y la palabra de servir al país, su pueblo, su cultura, su territorio y soberanía. Esto es ser patriota y por lo que lucha el Nacionalismo. Sólo así, Chile podrá recuperar su Alma.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006