CARLOS IBÁÑEZ DEL CAMPO Y EL CONCEPTO DEMOCRÁTICO
DEL NACIONALISMO... ¿AVANZAMOS O RETROCEDEMOS?

Texto fue tomado de la obra "Chile en Sevilla, 1929: libro oficial de los exponentes de Chile en Sevilla", Editado por Aníbal Jara Letelier y Manuel G. Muirhead, (Sociedad Editorial "Chronos", Santiago - 1929, subtítulo "Concepto democrático y nacionalista del actual Gobierno", páginas 30 y 31). Trascrito por Cristian Salazar Naudón



General Carlos Ibáñez del Campo
(1877-1960)

Debemos referirnos, al terminar esta reseña, que necesariamente debe ser muy incompleta, a las nuevas modalidades entronizadas por el Gobierno del Excmo. Señor Ibáñez en el curso de la vida ciudadana y en los hábitos gubernativos, de acuerdo con la idea democrática que presidió su ascensión al Mando Supremo y con los dictados de nacionalismo que también cubrieron el estandarte de su programa.

Podría señalarse, con justicia, el advenimiento del Presidente Ibáñez, como la fecha inicial de nuestra democracia.

En efecto, antes de él no existió en Chile la democracia, ni como doctrina social, ni como concepto gubernativo.

La igualdad ante la ley era apenas una penosa ficción, porque el poseedor de influencias o de dinero escapaba siempre de la condena judicial. La legislación sobre protección al obrero y nivelación económica, constituía un bello ornato de bibliotecas suntuosas. Y el ejercicio de la soberanía popular iba a parecer irremediablemente en los habilidosos escrutinios de los laboratorios político-electorales.

Por otra parte, al Gobierno y a los cargos administrativos no iban los más probos y preparados, como lo establece la doctrina democrática. Trepaban, sencillamente, aquellos instrumentos dóciles del sectarismo político, mediocridades del talento y hombres despojados de los más elementales atributos de la moral.

En el otro aspecto de los referidos a la invasión de postulados henchidos de falso humanitarismo, de abolición de fronteras y de extinción del amor patrio, había abierto un ancho surco de disolución en la mentalidad de las clases trabajadoras.

El culto a los antepasados y a los héroes de nuestra historia, era objeto menos de veneración que de sarcasmo.

La bandera roja del internacionalismo revolucionario reemplazaba los tricolores del pabellón nacional en todas las manifestaciones populares.

Y este olvido de lo nuestro, este desapego por las cosas de la tierra se había extendido tanto que llegó aún al terreno comercia para desplazar de allí, como artículos despreciables, a los de procedencia nacional, por el sólo hecho de ser del país.

El Presidente Ibáñez no pudo menos que percatarse de que en este lamentable extravío radicaba un grave peligro para el provenir de Chile, singularizado en el ayer por la homogeneidad de sentimientos de su raza, por el amor a las tradiciones y el heroísmo de sus hijos en la defensa de territorio patrio.

Impuso, en consecuencia, una orientación de franco nacionalismo.

Su programa envolvía la creación de un Chile nuevo, pero a base del Chile viejo, honrado y glorioso.

Aventó, pues, las prédicas disociadoras: prohibió el uso del estandarte rojo; rodeó de solemnidades el izamiento de la bandera nacional en los establecimientos de educación; la enseñanza de los grandes episodios del pasado entró a formar parte preferente de los programas de instrucción en escuelas, liceos y establecimientos de perfección industrial; levantó las industrias nacionales, favoreció el comercio del país, dio nuevo impulso a la marina mercante, y merced a todas estas iniciativas el "Made in Chile" llegó a ser marca de preferencia en la adquisición de artículos nacionales, y resucitó vigorosa la unión de la familia chilena por los lazos de un común cariño a la Patria.

No es el menor de los títulos de preeminencia del actual Gobierno el haber hecho que los chilenos vuelvan a amar a Chile y el haber fortificado el santo orgullo nacional.

El país entero es ya una inmensa Catedral en que se oficia incesantemente a la Patria. Y todos los ciudadanos comulgan con la oración del pensador latino:

"¡La Patria! Inmensa palabra. La Patria no es solamente el rincón de tierra en que el azar nos ha hecho nacer; no es solamente la alta entidad del hogar de nuestros padres; la Patria es un poco de todo esto, pero es sobre todo la tierra que hemos amado la primera y que no hemos dejado de amar. Es el país que nos ha impregnado enteramente con la historia de su pasado, el culto de su presente y la fe de su porvenir".


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